Pifa Alarcón: Experiencia de una tatuadora malagueña en Vancouver

Pifa Alarcón, artista desde que era pequeña, de origen malagueño pero nacida en Marruecos. Su pasión por dibujar le ha llevado por todo el mundo. Llegó a Canadá con la Working Holiday Visa en busca de nuevas experiencias. Cinco años después, tiene una vida consolidada y es una tatuadora reconocida de handpoke en Canadá. Nos ha contado su experiencia en Vancouver hasta ahora y las claves de su éxito migratorio.

Cuéntanos un poco tu vida antes de venir a Canadá

Mi historia empieza en Marruecos, donde nací. Mis abuelos emigraron en la época de las colonias y mis padres vivieron toda la vida en Tetuán. Cuando cumplí 3 años, nos fuimos a vivir a Málaga.

Mi afición por dibujar me viene desde pequeña, siempre me gustaba pintar a mis hermanos y a mis primos en los brazos y en las piernas. Decidí estudiar Bellas Artes, en Málaga. Cuando acabé mis estudios, me gustó tanto que dije “ quiero ser artista ” .

Antes de ir a Canadá, me fui a Dublín. Yo quería seguir dibujando y pensé que tenía que estudiar algo relacionado con el dibujo animado. Me hablaron de una escuela en Dublín que estaba subvencionada por la Unión Europea. Allí estudié un diploma de 2 años en animación 2D pero me dí cuenta de que eso no era para mí. Hay que sufrir mucho para poder hacer algo mínimamente creativo y trabajar durante muchas horas. A mí me gusta la vida más tranquila. Tuve varios trabajos, en galerías de arte, organizando eventos etc… Pero en ese momento dije: “esto no es lo mío”.

¿Qué te impulsó para venirte a Canadá?

Estaba harta de la lluvia de Dublín. Llueve todos los días del año, mucho más que en Vancouver. Ya llevaba 4 años y medio viviendo ahí y ya estaba cansada. A los irlandeses les gusta mucho Vancouver y te hablan todo el rato de la ciudad. Me hablaron de la Working Holiday Visa y de que el proceso para obtenerla era bastante fácil. Además era solamente un año y era bastante flexible ya que puedes trabajar para cualquier empleador.

También buscaba una ciudad tranquila para vivir, no un mainstream como Londres o Nueva York, con playa para poder desestresarme y Vancouver me pareció una buena alternativa. No perdía nada por intentarlo así que me lancé.

¿Cómo fue tu llegada a Vancouver? ¿Te costó mucho encontrar trabajo?

La verdad es que no. En Canadá hay mucha oferta laboral y empecé a buscar trabajos que me podían interesar.

Mi primer trabajo fue de diseñadora gráfica para una empresa portuguesa que se encargaba de importar pescado de Las Azores a Vancouver. Después me contrataron en Apple, como Sales Specialist en la tienda de Pacific Center.

Me encargaba sobre todo de la parte de ventas pero empezaron a salir nuevos productos y empecé a hacer algunas presentaciones. También ayudaba a los de visuales, que la tienda estuviera bonita y bien puesta. La verdad es que cobraba bastante bien y tenía muchos benefits. El primer año me lo pasé muy bien y es donde conocí a la que es ahora mi mujer.

¿Qué hiciste en el momento que se te acabó la Working Holiday Visa?

Tenía muy claro que me quería quedar. Lo primero que hice fue acudir a mi amiga Marta, asesora educativa en Next Goal Agency. Me dijo que la manera más viable de quedarse en Canadá era a través de los estudios. El hecho de estudiar en una escuela pública me daría la posibilidad de estar el mayor tiempo posible en Canadá. Así que decidí estudiar un programa de diseño gráfico en BCIT.

Mi vida era una locura en ese momento, empecé a trabajar part-time en Cornerstone Community College como diseñadora gráfica y como profesora del programa de IT y al mismo tiempo estudiaba en BCIT.

Cuando acabé mis estudios, apliqué a mi Post Graduation Work Permit, un permiso de trabajo que te otorga el gobierno por haber estudiado en una escuela pública. Ahí empecé a trabajar en un estudio de diseño gráfico, pero se empezaron a poner las cosas muy feas y decidí irme.

¿Cómo te introdujiste en el mundo del handpoke tattoo?

A mi hermano mediano le gustaban mucho los tatuajes. Fue él el que realmente me metió en el tema de los tattoos. Cuando acabé la carrera fue cuando me hice mi primer tattoo (en la única tienda que había en Málaga en el año 2001). En ese momento, le dije al tatuador que me gustaba mucho este mundo. Se rió en mi cara literalmente.

Cada vez que hablaba con alguien y le decía que me interesaba esta industria siempre me daban la misma respuesta: que tenía que tener más tatuajes y que tenía que ser más visible.

Un día, hablando con Charlie Horse, la persona que me hizo mi primer tattoo de handpoke, le comenté mi inquietud por este mundo y me dijo que lo intentara. Su respuesta me sorprendió porque siempre me habían dicho lo mismo y aquí encontré una respuesta diferente. Me dijo que la industria del tatuaje estaba cambiando, que cada vez había más gente aprendiendo a tatuar desde sus casas y que cada vez había más ilustradores dedicándose a ello.

A mí lo que me gustaba era dibujar, así que me fui a mi casa y escribí a varios tatuadores handpoke de Vancouver que yo conocía. Les pedí consejo de cómo hacerlo de una manera segura y empecé poco a poco. Fue entonces cuando me compré una cama de tatuar y me monté un estudio de tatuaje en mi casa. Esto fue en el mes de mayo, a finales de septiembre, solo me dedicaba a hacer tatuajes handpoke.

Hablanos un poquito más del handpoke

El handpoke es el el arte de dibujar en el cuerpo sin máquina. Consiste en tatuar con una aguja adosada a un instrumento manual en el cual la tinta va entrando punto por punto. Hoy en día, es un práctica que está empezando a ser tendencia y empieza a ser más conocido. Pero si lo piensas es una técnica ancestral que se prácticaba ya hace muchos años.

Creo que esta industria antiguamente estaba más enfocada en la cultura más gótica o motera, como más oscura. Los tattoos de manga entera era los que más protagonismo tenían, más que un tattoo pequeño.

Lo que ha pasado en los útlimos años lo comparo con la época de transición de la cámara analógica a la cámara digital. Ahora todo el mundo puede hacer fotos. Lo mismo ha pasado con el handpoke, de repente este mundo se ha empezado a abrir un poco más. La gente que dibuja y gente creativa ha empezado a tatuarse en sus casas y se está convirtiendo en una práctica conocida. Tanto, que ya hay mucha gente que se dedica profesionalmente a ello, como yo. Personalmente me gusta más, duele mucho menos y es más tranqui.

¿Te resultó difícil montar tu propio negocio en Vancouver?

Fue todo progresivo. Primero empecé tatuando en mi casa hasta que me sentí preparada para pagar un alquiler externo. Contacté a otros artistas que también hacían handpoke en Chinatown para mirar un espacio juntos. Un día fui a ver un edificio donde trabajaba una amiga mía y de casualidad me encontré con mi profesor de BCIT que me había empujado a hacer esto. Estaba pintando una habitación en un estudio de tatoos de ese edificio. Fue en ese momento que me ofreció unirme a ellos. Ahora compartimos estudio una serie de personas y cada uno tiene sus clientes.

¿Qué le dirías a una persona que todavía está pensando en venirse a Canadá?

Le diría que Vancouver es una ciudad muy fácil para casi todo el mundo. Advertiría del invierno lluvioso, no frío pero creo que es una ciudad que te puede dar bastantes oportunidades. Si tienes ganas de relacionarte con la ciudad y con las oportunidades y aprender yo creo que te puede dar mucha calidad de vida.

¿Qué es lo que mas te gusta de Canadá?

Me gusta mucho que la gente es más abierta de mente. El hecho de tener libertad con mi pareja, hacer lo que quiera y que nadie me diga nada. Aunque a lo mejor no sé si te están criticando por dentro o no, pero al menos me da la sensación que el vancouverita cotillea menos que otros.

Por supuesto, también me gusta la naturaleza fácil y sencilla de poder ver montaña, mar, playa y sobre todo la tranquilidad. También que la marihuana sea legal.

Ahora que tienes la residencia permanente ¿qué planes tienes?

Pues la verdad es que ahora mismo estoy muy feliz aquí, tengo mi perrita, mi casa, mi mujer y mi trabajo. Si me tuviera que ir a otro sitio, no sé donde me iría. A lo mejor me iría a Los Ángeles, si cambiase de presidente, pero sería exactamente lo mismo. Me iría a una casa cerca de la playa a fumar marihuana y a tatuar.

A día de hoy, el ser tatuadora en Canadá me da un equilibrio económico, una estabilidad y una felicidad increíble que ahora mismo no cambio por nada.

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